lunes, 4 de febrero de 2008

Epifanía

Llegó un momento clave. Viernes, comida de diario en casa, decido un homenaje. Miro en la bodega y lo encuentro. 1999. Buen/gran año en casi toda España. Cabernet sauvignon. Uhmm, rico rico. Buena uva, muy de mi gusto. Toledo, vino de la tierra de. Buena combinación hasta ahora. Marqués de Griñón....Dominio de Valdepusa. I-m-p-r-e-s-i-o-n-a-n-t-e. Llevaba tiempo con la idea de probarlo y el viernes fue el día. Un experto tendrá muchas palabras, pero yo me quedé sin ellas. Estaba realmente esplendido Lo abrí, lo serví en una copa, lo llevé a la nariz y....bueno, no puedo escribir lo que dije porque fue un exabrupto, pero me llevé tal sorpresa que dije una barbaridad.
 
Para empezar, olía como tiene que oler un cabernet: a cabernet. Ya he probado por ahí cabernets que no huelen a nada. Éste olía así, de manual. Por lo menos a mí me lo parece. Cuando huelo un cabernet bien hecho me resulta así, con ese olor ligeramente ácido que me recuerda a los pimientos rojos cuando están borboteando justo antes de estar hechos. No sé por qué será, pero es así.
 
Bueno, el olor espectacular, así que después de mirar la copa un rato y esperar que por lo menos supiera igual de bien, me decidí a probarlo. Las lágrimas corrían desbocadas por mis mejillas. Mi chica preguntaba qué me pasaba pero la emoción me impedía pronunciar palabra alguna.....si os ha pasado alguna vez, sabéis de lo que hablo... y si no....una pena.
 
En fin, creo que os hacéis una idea, verdad? El viernes por la noche seguía igual de rico. Luego a la nevera para que aguantase bien. El sábado a mediodía seguía bien, aunque empezaba a perder. Que se vea que una botella dura, eh? que no me la cepillo rápidamente.
 
En resumen, una gran experiencia. Y lo mejor es que me queda otra botellita y dos primitas del 2000. Me froto las manos solo pensando en lo que me queda.
 
Otro día, más.

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