miércoles, 14 de noviembre de 2007

La Casa

Hoy vamos a hablar de una gran experiencia que tuvimos el año pasado relacionada con el vino. Otro día hablaremos de mis vinos favoritos, pero para introducir este tema tengo que decir que uno de los vinos que más me gusta es el Merlot de Jean Leon, bodega del Penedés que pertenece al Grupo Torres. Por cierto, si hay el concepto de fan de una bodega, tengo que reconocer que Jean Leon es mi bodega favorita. He probado casi todos los vinos que hacen y no tengo elogios suficientes. Y luego está lo que voy a contar, que contribuye a crear ese aura de favoritismo que tengo hacia la bodega.



Desde que probé la primera botella del Merlot, un 2001, quise hacerme con una cajita para mi bodega. Así, a través del mail de contacto que aparece en la web, www.jeanleon.com, comencé a cruzar mensajes para ello con el Hombre. Le llamo así porque Josep Roca es un tipo maravilloso. Desde hace ya cuatro años tenemos esta relación epistolar para comprar vino y también hablar de él. Ejerce de director de la bodega y de director comercial de Torres Import. Los que le conocen ya saben lo que digo, y los que no, pues una pena, oiga.

El año pasado mi chica y yo nos propusimos hacer un poco de turismo vinícola en Catalunya (dejamos Priorato para otro día) y contacté con Josep para visitar Jean Leon. Al igual que me pasa con el vino que me gusta, que me quedo sin adjetivos calificativos, la visita fue una experiencia inolvidable. Primero nos recibió Marc hasta que llegó Josep. Vimos un video sobre el fundador de la bodega, Jean Leon y después visita de lujo: sala de barricas, sala de entrada de uva, viñedos, exposición, esa sala donde guardan botellas antiquísimas y donde no conseguí quedarme solo para descorchar y catar a diestro y siniestro, vamos todo lo que se puede ver y más. Josep nos presentó también al enólogo, Jaume Rovira. Luego cata de vino con los comentarios de los dos, Marc y Josep.

Después, a comer con Josep. Yo pensaba que iríamos a algún restaurante de Vilafranca del Penedés, pero no, Josep nos tenía guardada una sorpresa. Nos llevó a una antigua masía restaurada que pertenece al Grupo Torres donde nos agasajó un una comida inolvidable. El sitio es de esos a los que solo se tiene acceso si te lleva alguien de la Casa, acogedor, con una cocina de primera.

Como no podía ser de otra manera, la comida giró en torno al vino, no solo hablando, que lo hicimos, sino con los platos. Con cada uno un vino diferente perfectamente maridado. De aperitivo uno, de postre otro, después del postre, un oporto... y como he dicho, la comida excelente.

No soy muy fetichista para esto de conocer gente de renombre, más bien lo contrario, pero mientras comíamos Feli, Josep y yo, teníamos a la plana mayor de Torres a nuestro alrededor. Enólogos, directivos... en una mesa estaba la hija de Miguel Torres, Mireia. Su mesa era muy curiosa, porque aparte de ser unos seis o siete comensales, tenían una gran cantidad de botellas de vino en la mesa. Y cuando ya nos íbamos, el Hombre nos presentó a Don Miguel Torres, el presidente de todo aquello. Allí estábamos nosotros dos, que como compradores debemos ser el 0,00000000000000000000000001% (y algún cero más, pero no hay que aburrir) de las ventas del grupo, hablando con el Jefe.

Y si os parece que esto fue poco, nosotros estábamos encantados. Después de comer, Josep dijo: "A ver Torres". Y allí fuimos, a ver la bodega. Si lo de antes ya había sido tremendo, esto fue la guinda en el pastel. Visita de lujo, de esas que solo haces una vez en la vida. Vimos todo, el museo, las tripas, las barricas que llevan allí desde que nací, etc. Nos llevó a La Catedral, una sala subsubsubterranea donde hay, creo recordar, 8-10 tinas de acero inoxidable de 10.000 litros de capacidad.

En fin, para que os voy a contar más si solo os puedo poner los dientes largos. Por lo menos, el recuerdo que tengo de aquel día es fantástico, uno de esos que recuerdas durante mucho tiempo. Y recuerdo también una cosa que me gustó mucho de la Empresa: el respeto que todos tenían a Don Miguel y el respeto con que trataban a Josep Roca, como digo, el Hombre.

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