El otro día hablaba con Antonio, del Club de
Cata, sobre las diferentes preferencias de cada miembro. Unos son expertos en
Borgoñas, otros en Champagne, y decíamos que no había ninguno en vinos
italianos, así que yo me ofrecí a ello. No es que yo sea un experto, ni mucho
menos, pero lo cierto es que los vinos italianos me apasionan. Sobre todo
porque he tenido la suerte de que hasta ahora no haya encontrado uno que no me
haya gustado. Unos me han gustado más, otros menos, como aquel vino biológico
del Etna, pero ninguno malo.
Así que he pensado en escribir una serie de
entradas acerca de los vinos italianos. Ni mucho menos pretendo enseñar ni
afirmar que lo que digo sea cierto, pero por lo menos escribir sobre los vinos
italianos me hará investigar un poco y conocer más su historia y
denominaciones.
Empezaremos por la sencillo, que es la que más
conozco: los vinos de la Toscana. Tú que me lees ya sabes que siento adoración
por los Brunellos. Estos vinos vienen de un pueblo situado al sur de Siena
llamado Montalcino. Un pueblo muy bonito, como casi todos los toscanos, rodeado
por un buen montón de bodegas, en torno a las 200. Aquí se hacen principalmente
tres tipos de vino, ambos con la uva Sangiovese
(tambien conocida como Sangiovese Grosso o Brunello):
-
El Rosso di Montalcino DOC (Denominazioni di Origine Controllata) es el vino sencillo que permite ser sacado al mercado un año después de su cosecha (6 meses por lo menos en barril) y suele tener un precio asequible, menos de 20 euros.
- El Brunello di Montalcino es el pura sangre. Fue el primer vino en recibir el estatus de DOCG (Denominazioni di origine controllata e garantita). Es un vino potente y muy bien estructurado, sabroso, tánico y carnoso en boca. Tiene una crianza mínima de cinco años antes de salir al mercado, de los que al menos 24 meses pasa en barrica. Un buen Brunello pasa de los 40 euros.
- Por encima del Brunello tenemos el Brunello di Montalcino Riserva. Es un vino que se hace solo los años en los que las uvas son excepcionales y tiene un año extra de crianza, hasta los seis. Suele ser también un vino que procede de parcelas determinadas. El precio de un Riserva suele ser más alto que el Brunello, y en algunos caso he visto botellas por unos 200 euros.
Algunos de mis productores de cabecera son Lisini, Mastrojanni, Casanova Di
Neri, Frescobaldi o Biondi Santi.
Otro muy popular es Castello Banfi.
Cerca de Montalcino, hacia el este y después
de atravesar Pienza, nos encontramos otro bonito pueblo vinícola:
Montepulciano, hogar de la DOCG Vino
Nobile di Montepulciano. Dentro de las tres DOs toscanas donde se elabora
con Sangiovese, ésta es la menor de ellas, con 820 hectáreas de viñedos.
Brunello tiene 1.200 hectáreas y Chianti tiene 17.000 hectáreas.
La Sangiovese
se conoce aquí también como Prugnolo
Gentile y se ensambla con otras variedades locales como la Canaiolo Nero o la Mammolo. El vino más básico es el Rosso de Montepulciano DOC, que tiene una crianza de un año. La
crianza del Vino Nobile di Montepulciano es de dos años, de los que al menos 12
meses pasa en barril. Por último, el Vino
Nobile di Montepulciano Riserva tiene un tercer año de crianza. Estos tres
vinos son menos corpulentos que los Brunellos o Rossos vecinos y su precio
también es inferior.
Además de las mencionadas, en la zona podemos
encontrar vinos hechos bajo las DOs Sant'Antimo y Moscadello di
Montalcino, además de Toscana IGT
(Indicazione Geografica Típica). En los dos primeros casos, no se elabora
exclusivamente con Sangiovese sino que se utilizan variedades foráneas como la Cabernet, Chardonnay, Merlot, Pinot Grigio, Pinot Nero y Sauvignon Blanc en el primer caso y la Muscat en el segundo para hacer un vino
dulce.
En próximas entregas, hablaremos de los
distintos Chiantis, de los Supertoscanos y de otras denominaciones
de la zona como la Vernaccia di San Gimignano o Morellino di Scansano. Hay que tener en
cuenta que en la Toscana hay 38 DOCs, 9
DOCGs y 5 IGTs, así que no podemos pararnos en todos.
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