Recientemente he tenido la ocasión de
participar en una cata de vinos tintos del mundo gracias a Andrés y Phillipe,
así como con un grupo de buenos aficionados al vino. La ocasión pintaba
estupenda, celebrándose en el Hotel Bahía de Santander. A los dos, muchísimas
gracias.
7 botellas tapadas para que nuestros sentidos
no se dejasen influenciar. Phillipe nos dijo que había vinos de Portugal,
Italia, Argentina, Chile, Francia y Nueva Zelanda, habiendo un país con dos
vinos. Esto de tapar la botella siempre tiene riesgos para el ego de cada uno,
y te das cuenta de lo difícil que
resulta catar a ciegas.
Empezamos por los vinos de capa media. El
primero me resultó bastante ácido. En nariz se notaba la madera y en boca
resultaba muy cálido. Como sabía los países, porque sin saberlos hubiera sido
imposible, me dije que era el portugués. Creo que solo he probado un tinto
portugués que no fuera Oporto, así que era más que nada por eliminación y no
por conocimiento. Pues fallo. Italiano. Un Dolcetto D’Alba. Roagna 2014. Cuando
la cata de Barbarescos ya dije que me resultaban muy ácidos, y este Dolcetto me
lo parecía, pero ni se me pasó por la cabeza. Uva Nebbiolo, por cierto.
El segundo vino tenía tanta acidez como el
primero, y la misma capa media. Me daba toques a fruta roja en nariz y como la
presentación de los vinos era al final, me incliné por un vino italiano. Este resultó ser un vino francés, un Beaujolais Nouveau,
Le Clos de Lys 2014, de Domaine J. Chamonard, de Morgon. 0 de 2.
El tercero. Capa media también aunque un poco
más baja que los anteriores, no tan ácido, aunque en boca persistía un poco
más. En nariz me daba algo de cuero al principio pero cambiaba muy rápido. La
clave de este vino me la dio la botella. Tapón de rosca en un vino tinto…uhmmm…
Así que dije Pinot Noir de Nueva Zelanda. Dos puntos aquí. Tiki Estate 2013 de
Tiki Wine and Wineyards, Marlborough. Sin ver la rosca habría acertado? Quizá
si porque de Nueva Zelanda iba a ser un Pinot Noir, pero…
Con el cuarto vino empezaba la capa alta. Este
vino tenía muy poca nariz, pero en boca resultaba ácido y con taninos muy
marcados. No me agradaba demasiado. Me incliné por Chile sobre todo porque me
resultaba un vino pastoso, de esos que casi se mastican, que es algo que me
sucede mucho con los vinos chilenos. Pues tampoco. Este era el vino portugués.
Pape 2011, de Quinta Da Pellada, de Dao.
Quinto vino en camino, me quedaban por asignar
los dos franceses y el argentino, así me iban las cosas. Capa alta, con toques
minerales y vegetales, en boca me parecía cálido y con una acidez persistente.
Éste seguro que era argentino, una Malbec. Como te imaginas, tampoco acerté. Chile.
Carmenere 2015. De Martino. Valle De Maipo.
El vino que más me gustó vino a continuación.
De este estaba tan seguro que lo dije en voz bien alta: Francia. Cabernet
Sauvignon. Y aquí se demostraron mis dotes olfativo-gustativas, porque fui
capaz de identificar el 5% de Cabernet Sauvignon que tenía este Burdeos de
Saint Emilion. Château Carteau 2012. Impecable con un 75% de Merlot y un 20% de
Cabernet Franc. Estaba estupendo, estupendo este Burdeos. Y bien que lo
identifiqué…..Por lo menos acerté el país....
Para terminar, esa capa que casi se salía de
la copa. Muy tánico y astringente, me parecía también que tenía que ser una
Cabernet, porque Phillipe ya había dicho que el anterior no lo era, y cómo no
iba a haber una Cabernet? Pues tampoco. Catena Malbec 2013 de Mendoza,
Argentina.
Menos mal que para acompañar el vino había
unos canapés e identifiqué correctamente la anchoa en uno de ellos. Porque lo
que viene siendo el vino, sino es por el tapón de rosca me habría ido con un
“rosco” bien grande. Está claro, tengo que seguir practicando. Mucho.
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