lunes, 1 de marzo de 2010

Lo que se complican las cosas...

La cita era solo para probar unos vinitos ricos ricos. Claro, luego empezamos que si algo de picar para no tener el estómago vacío. Luego que si ya algo caliente, que si ya nos ponemos a cocinar un poquito y al final no sé si nos juntamos para catar vinos o para cenar. La cosa es que al final estuvimos 5 horas sin parar de comer ni de catar vino (que no beber, por supuesto).

Para empezar la velada hicimos un cambio de orden sobre la marcha. Ya se sabe que los deseos de una chica son órdenes para los catadores, así que comenzamos por un vinito de Rafael Cambra, de Valencia, el Uno 2005. Como siempre, estupendo. Nos gustó a todos. Es un vino que hay que darle un poco de botella para disfrutarlo, ya que recién salido al mercado resulta un poco potente. Pero un éxito.

Luego había que probar una uva poco frecuente por aquí. La Zinfandel es una uva originaria de California y qué mejor vino para probarla que el Woodbridge 2000 de Robert Mondavi de Napa Valley. Muy rico, de capa baja y perfectamente conservado.

Entre tanto, nos íbamos pegando con un quesito holandés estupendo, patatas fritas con aceitunas y un poco de ibéricos en forma de chorizo y salchichón de la zona de La Mancha. Ante todo lo que teníamos por delante había que mantener el tipo.

Seguimos con un Chianti Classico Riserva, La Forra 2004 de Tenute Nozzole, un Sangiovese estupendo. Cada vez me gustan más los vinos italianos y tengo la suerte de probar vinos buenos (otro día hablaremos del Tignanello). Éste no defraudó a nadie.
Llegó el turno de las croquetas. Éstas eran de Lau Lau, y de sabores variados: setas y gambas, chipirones, espinacas, etc. Debieron estar muy buenas, porque hicimos 24 pero solo llegué a catar 2, y eso que me di prisa, %&%$/(&)$&(T$/(!!!!

Llegó entonces un momento álgido de la velada. Dos cabernets españoles: Jean Leon Gran Reserva 1999 y Dominio de Valdepusa 2000. Ambos maravillosos y se nos saltaron las lágrimas. Ganó por media cabeza el manchego, pero fue una pelea muy ajustada. Ambos son los mejores cabernets de España. Ay, todavía recuerdo con cariño el Jean Leon GR del 79.....qué vino, qué vino......

Entonces llegó el plato fuerte de la noche. Pues si, a pesar de lo comido y lo bebido, que ya llevábamos tres horas dándole caña, llegó el solomillo. Y qué pedazo de solomillo!! Acompañado de patatas fritas y de pimientos rojos. Qué rico. Y quizá el vino estrella de la noche: Pago Santa Cruz 2003 de Viña Sastre, de Ribera de Duero. Solo puedo decir que quien no lo haya probado y le guste el vino, se pierde una experiencia religiosa. Impresionante.

Antes del postre, un Bordeaux al que no se le prestó la atención necesaria, Chateâu Haup Sarpe 2001 de St. Emilion. Estaba muy rico, pero habría que haberlo sacado antes o haberle dedicado más tiempo, y francamente, no pudo ser ni lo uno ni lo otro.
Para el final, con los helados y el café dejamos un vino de postre: Vendimias Tardías Tempranillo-Merlot 2005 de Conde De Orgaz, Peces-Barba, La Mancha. Un vino esplendido y muy rico. Era la última botella que quedaba de esa añada y estaba espectacular. Con éste ocurrió una cosa muy rara, y es que cuando recogí el campo de batalla no localicé la botella por ningún sitio. Será que al ser la última se autodestruyó o algo de eso.... misterios del vino, será.

Nos dejamos alguna botellita más en el tintero, pero así tendremos una mejor excusa para la próxima ocasión. Voluntarios, apuntarse.